«Perdidos»: Lo importante no es el final, sino el camino recorrido

martes, 20 abril, 2010

Perdidos. Lost, si lo preferís. ¿Quién no ha oído hablar de la famosa serie que desde 2004 viene removiendo los cimientos de la narrativa audiovisual a nivel mundial? Tal es su fama que su influencia trasciende ya lo meramente relativo al mundo de las series de televisión, habiéndose convertido por méritos propios en un auténtico fenómeno social. Hay quien dice (y probablemente de forma acertada, en mi opinión) que se trata de nuestra «serie generacional» (una de ésas de las que luego contarás a los que vienen por detrás que pudiste seguir en vivo y en directo, como la Star Trek original o V), igualando experiencias cinematográficas que luego serán compartidas como «culturilla general» (la famosa «cultura pop»), como el clásico «Yo soy tu padre» de Darth Vader al «oh-estoy-flipando» joven Luke Skywalker.

Sea de una u otra manera, objetivamente, se trata de una serie que no deja indiferente y ha levantado todo tipo de pasiones a una  auténtica legión de seguidores a lo largo de los 6 últimos años. Y hallándose el final tan cerca no puede uno dejar de reflexionar sobre lo que ello implica, y las altísimas expectativas que conlleva.

Y he llegado a la conclusión de que, sin importar lo bien que lo hagan Damon Lindelof, Carlton Cuse y compañía, «no matter what«, de lo atado y bien atado que puedan dejarlo todo, uno de los «season finales» más esperado de todos los tiempos dejará a la gran mayoría de los espectadores insatisfechos cuando en el último segundo aparezca en letras blancas sobreimpresas sobre fondo negro la palabra «Lost«, acompañada del clásico sonido (y no me cabe duda de que es así como terminará la serie, fiel a su espíritu).

¿Y por qué? Por varios motivos, entre los cuales no es el menos importante el hecho de que cada fan tiene su propio final en la cabeza, que a buen seguro no cuadrará del todo con el real. También -obviamente- porque la serie se acaba (todo final de algo amado es siempre agridulce). Pero ante todo creo que el problema reside principalmente en un error de concepto: Demasiada gente espera que todo cuadre, que cada misterio quede perfecta y definitivamente resuelto. Y ello es imposible. Pues, aun sin considerar la gran cantidad de enigmas que hay pendientes y el escaso tiempo de que se dispone, un final que todo lo cuadrara traicionaría el espíritu de la serie.

Pues Perdidos no es un enigma resuelto. Perdidos es cada una de esas angustiosas esperas entre capítulo y capítulo, tras el «cliffhanger» final, haciéndonos darle vueltas y vueltas a la cabeza, formulando y reformulando teorías. Perdidos es esa sensación de «no-Dios-mío-no-puedo-esperar-una-semana-entera» al final de cada capítulo, el desasosiego tras el «season finale» sabiendo que por delante quedan meses y meses sin novedades. Perdidos es empezar a ver la primera temporada como tal y terminar viendo Lost con tal de no esperar al ritmo de emisión en España. Perdidos es decir en voz alta o para tus adentros, con una media sonrisa asomando en los labios: «Los muy cabrones han vuelto a hacerlo«. Perdidos es ir a comprar a una tienda y escuchar a dos dependientes hablando de la serie y acabar liado hablando con ellos, proponiendo y refutando teorías, buscando desliar la madeja entre desconocidos que acaban no siéndolo tanto («Live Together, Die Alone«, si sabéis a lo que me refiero).

[ La mejor promo de Perdidos jamás hecha es española. ]

El problema reside en que el espíritu de Perdidos es crear más enigmas de los que resuelve. O dicho en una frase: «Lo importante no es el final, sino el camino recorrido«. Y qué camino, oigan.

Así pues, mi consejo es que disfrutéis del «finale finale« (la madrugada del 23 al 24 de Mayo) por lo que representa, sin presiones, en buena compañía («lostie«, of course), embutidos en vuestro uniforme de la Dharma Initiative con una Dharma Beer en la mano y apostando mangos y papayas sobre el resultado final. ¡Nos vemos al otro lado! 😀

Uniforme de la Dharma Initiative