Frases para recordar (X): El orgullo de la Humanidad

lunes, 10 May, 2010

«Nadie habría creído en los últimos años del siglo XIX que las cosas humanas fueran escudriñadas aguda y atentamente por inteligencias superiores a la del hombre, y mortales, sin embargo, como la de éste; que mientras los hombres se afanaban en sus asuntos fuesen examinados y estudiados casi tan de cerca como pueden serlo en el microscopio las transitorias criaturas que pululan y se multiplican en una gota de agua. Con infinita suficiencia iban y venían los hombres por el mundo, ocupándose en sus asuntillos, serenos en la seguridad de su imperio sobre la materia […] Sin embargo, a través de los abismos del espacio, […]; inteligencias vastas, frías e implacables contemplaban esta Tierra con ojos envidiosos y trazaban con lentitud y seguridad sus planes de conquista».

H.G. Wells. La guerra de los mundos.


De un retorno… para quedarse

martes, 9 marzo, 2010


Toda persona ha de luchar sus propias batallas, y a menudo éstas no tienen la buena costumbre de avisar antes de llegar, sino que, sencillamente -y es un poner-, al amanecer tienes a un ejército enemigo perfectamente alineado y con sus gallardetes al viento frente a tus dominios. Y claro, una vez en la vorágine, apáñatelas para estar en misa y repicando. O como reza otro muy castizo, sabio y gráfico dicho español: «Tetas y sopa no caben en la boca«. Así que aquí me tenéis, victorioso y practicando una vez más el eterno retorno a mis dominios, espero que esta vez de una manera más estable (ya me he encargado de apostar vigías en las fronteras, por la cuenta que me trae).

Así pues, y como ligera puesta al día y ejercicio para recuperar el buen tono, comentaremos una serie de cuestiones -más o menos recientes- que han podido quedarse en el tintero en los últimos tiempos:

  • Estreno de la visión «guyritchiana» de Sherlock Holmes:

Por supuesto que no se trata de una noticia novedosa, pero no pude comentarlo en su momento y no quería dejar de hacerlo. Quienes me conocen saben que siempre he defendido -y siempre defenderé- una máxima en lo que a cine se refiere: «Ir al cine sabiendo qué película vas a ver«. Esto es, ver una película informado (que no «spoileado«) sobre la obra que esperas ver, para evitar llamarse a equívocos sobre lo que puedes esperar de tal o cuál película. O lo que es lo mismo: Ajustar las expectativas (que no prejuzgar) y decidir correctamente a qué quieres dedicar tu tiempo (y dinero).

Esto viene a colación del pequeño revuelo que generó esta entretenidísima (y de trepidante ritmo, como no podía sino ser con Guy Ritchie en la dirección) película, dando lugar al inevitable duelo entre los más acérrimos defensores del llamado «canon holmesiano» y el resto.

Y de alguna manera no les falta razón, pero puede que la diatriba tenga su origen en un problema de enfoque: El ir al cine no sabiendo de antemano que ésta no era una película de Sherlock Holmes al uso, sino que vendría a ser al «canon holmesiano» lo que 300 es a la batalla de las Termópilas: Esto es, una visión fílmica libre basada no directamente en la materia original, sino en una previa reinterpretación (el cómic de Frank Miller en el caso de los espartanos y el de Lionel Wigram en el caso del detective londinense).


Pero es que, con eso y con todo, la película demuestra ser más fiel a los textos originales de Conan Doyle de lo que pudiera parecer en un primer momento, debido a que el paso del tiempo y las diferentes versiones cinematográficas han ido moldeando un Holmes ligeramente distinto al estrictamente literario. Así pues, entre sus aciertos se encuentra la representación de un Sherlock Holmes activo, impetuoso incluso, un maestro del disfraz que ante la siempre perpleja mirada de su fiel Watson hace subrepticias entradas y salidas a horas intempestivas tras una pista caliente; un Holmes que se mueve como pez en el agua tanto entre la más rancia aristocracia como entre los individuos de la más baja estofa; un detective que ante la inexistencia de un caso que realmente ponga a prueba sus capacidades mentales y alimente su espíritu da la espalda al mundo, encerrándose y dándose a la droga; un consumado pugilista, capaz de llevar las palabras a los hechos por su cuenta y riesgo, y no meramente un estirado británico; un sagaz e inasequible al desaliento deductor que no descansa hasta dar respuesta a cada incógnita del misterio (y con ello me refiero a las últimas escenas de la película). Por nombrar algunos de sus ciertos.

Así pues, y aunque la película no está exenta de errores (ni mucho menos), es una obra muy disfrutable, tanto por el aficionado acérrimo a Holmes (entre los que me hallo) como por el lego en la materia, siempre que se tenga claro previamente a su visionado qué es lo que se va a ver. Así pues, y al margen de lo que os hayan contado, vedla, dadle una oportunidad, pues la merece.

  • Aprobada la 1ª Temporada de la miniserie de Canción de Hielo y Fuego:

Y es que a principios de este mes de Marzo los «mandamases» de la gran productora (tanto por medios como por calidad) HBO han dado finalmente «luz verde» a la producción de la primera temporada de la miniserie basada en la magnífica saga literaria Canción de Hielo y Fuego (que versará sobre lo acontecido en el primer libro de la serie, Juego de Tronos), de la que ya hablamos con anterioridad. Eso sí, dudo que se emita nada antes de dentro de un año, pero es una gran noticia para los aficionados a la misma. Podéis echarle un vistazo al reparto AQUÍ.

  • El Óscar de Malditos Bastardos:

Sí, sí, es cierto que la película estaba nominada a 8 estatuillas de Tito Óscar (lo cual ya es un triunfo per se) y sólo se ha llevado 1. Pero no nos olvidemos que estamos hablando de una película de Quentin Tarantino en los Óscar. Y lo repetiré una vez más: Tarantino. En los Óscar. Así pues, el premio que se ha ganado a pulso Christoph Waltz interpretando a uno de los más geniales, perversos y carismáticos malvados que haya visto jamás el celuloide (el Coronel Hans Landa se come -no literalmente- en pantalla al resto de los personajes) sabe a auténtica gloria.

  • Los Goyas de Celda 211:

Merecidísimos desde mi punto de vista, pues suponen el reconocimiento a una película que demuestra, fotograma a fotograma, que se puede hacer muy buen cine en nuestro país (como ya hizo en su momento El Método, por ejemplo). Claro, son propuestas arriesgadas, alejadas del habitual (y a menudo casposo y facilón) perfil fílmico español. Pero ya se sabe que el que nada arriesga, nada gana. ¡Ole por ellos! Si sólo tuviéramos más «Malamadres»…

[ Lo importante es que no te confíes… No te olvides nunca de dónde estás. ]

  • Estreno de The Pacific en España:

Muy cercano se halla ya el estreno de The Pacific, miniserie producida por la HBO que podríamos considerar la «heredera» de la absolutamente genial Hermanos de sangre. En una iniciativa poco habitual, la serie se estrenará en España (y doblada al castellano) el día siguiente a su emisión en Estados Unidos, por lo que los abonados a Digital+ podrán disfrutarla a partir del próximo lunes 15 de Marzo (y los demás… bueno, estoy seguro de que encontrarán la manera de verla 😉 ). Con que sólo sea la mitad de buena que su predecesora, ya sería una muy buena producción. Y todo apunta a que así será.

[ God created japs too… right? ]

Bueno, esto es ello por ahora. Espero que os haya servido la información de pequeña puesta al día y de aperitivo de todo lo que está por venir. ¡Esto no ha hecho más que comenzar! 😀


¿Nazi bueno, nazi malo?

jueves, 24 septiembre, 2009

El Oso judío y el teniente Aldo -Apache- Raine practicando su... arte en -Malditos bastardos-.

Recientemente he podido disfrutar de la deliciosamente excesiva (en todos los sentidos) última incursión cinematográfica de Quentin Tarantino, la polémica Malditos bastardos (¿Quién fue el «brillantísimo» experto en Marketing al que se le ocurrió arrebatarnos en España su magnífico título original, Inglourius basterds? -siendo el primer título de la filmografía de Tarantino que se traduce en nuestro país-). Como no es mi objetivo hacer una crítica en profundidad de la película, baste con decir que es genial; que los seguidores de Tarantino la disfrutarán -disfrutaremos-, así como las personas con la mente abierta cinematográficamente hablando a cierto tipo de experiencias delirantes, y que no cometieran el error de esperarse un Kill Bill en la Segunda Guerra Mundial (que algo de eso hay, pero no sólo).

No, lo que me trae hoy ante vosotros es una reflexión que me ha venido rondando desde hace tiempo, propiciada por el estreno no demasiado lejano (allá por Febrero de este año) de otra película que entra de lleno en la temática nazi, pero desde otro ángulo radicalmente diferente: Valkiria. Película que, dicho sea de paso, recomiendo a todos aquellos amantes de la Segunda Guerra Mundial y de los thrillers políticos con tintes de acción, pues si la película tiene una gran virtud es su capacidad de mostrarnos la veleidosa naturaleza del poder, hasta conseguir que nos planteemos en qué consiste éste realmente, y cuan fugaz puede llegar a ser.

El coronel Von Stauffenberg (Tom Cruise) acompañado de otros oficiales el ejército alemán.

Pero centrándonos en el tema que nos traíamos entre manos. Valkiria atesora además algo aún más infrecuente, si cabe: Es uno de los primeros (sino el primero, al menos que me conste) filmes de Hollywood que se atreve a romper con uno de los clásicos arquetipos del cine americano desde la Segunda Guerra Mundial, el de «alemán del período 1939-1945 = nazi = malvado«. Se atreve a distinguir al alemán (e incluso al militar) afiliado o simpatizante del partido nacionalsocialista del resto. Al militar con ideología de ultraderecha del sencillo soldado del ejército alemán, del militar profesional que «sólo cumplía con su deber» (fuera más o menos legítimo éste y las órdenes que recibía, cuestión que queda fuera de toda discusión). Porque si os fijáis, y al menos en lo que al cine estadounidense se refiere, parece que durante el régimen nazi mágicamente desaparecen los millones de alemanes que componían dicho país, y en su lugar -por arte de birlibirloque- aparecen otros tantos millones de nazis. Ya no son habitantes de un país con un régimen totalitario, no, son sencillamente  «nazis«, esto es, el «Mal«.

Por otra parte, y aunque de forma absolutamente delirante y con un evidente y negro ánimo humorístico (otra cosa es que la broma sea del gusto de todos, o que la mayoría la entienda) la película de Tarantino no podría hallarse en una posición más diametralmente opuesta a la arriesgada -aunque justa- propuesta de Valkiria. En palabras del Teniente Aldo Raine (personaje interpretado por Brad Pitt): «Los miembros del partido nacionalsocialista conquistaron Europa asesinando, torturando, intimidando y aterrorizando. Y eso es lo que vamos a hacer con ellos: Ser crueles con los alemanes. […] Los nazis no tienen humanidad, y hay que destruirlos«. Para él todos los soldados alemanes son nazis, esto es, miembros del partido nacionalsocialista; y por tanto merecen morir. Simple. Tarantiniano. Injusto. Pero -de alguna manera- terriblemente divertido.

En cualquier caso, os recomiendo que veáis ambas películas, sabiendo eso sí, como siempre digo, lo que váis a ver, y por tanto lo que podéis esperar de cada una. Y luego dadle una pensada al asunto. Ya me contaréis. Y «cuidaíto» con los «destripes» («spoilers«).

[ Trailer I de Malditos bastardos (el II es demasido revelador). ]

[ Trailer cinematográfico de Valkiria. ]


Regreso al Siglo de Oro

sábado, 6 septiembre, 2008

Trasegando de lo bueno en un bodegón de puntapié en una calle cualquiera de una villa del Siglo de Oro. - Ilustración de Joan Mundet.

Desde un tiempo a esta parte los aficionados a los siglos XVI y XVII podemos estar bastante satisfechos, y es que, sin llegar a constituir la típica avalancha de productos derivados que suscitan temáticas más «mainstream», venimos recibiendo con un continuo goteo diversos productos relacionados con esta época que tanto nos fascina a algunos. Algunos de ellos con más fortuna que otros, pero algo es algo, dijo un calvo.

La Conjura de El Escorial.Así pues y en cuanto al cine, al estreno de Alatriste siguió el de Apocalypto, acompañado de otras películas recientes como las últimas entregas de Piratas del Caribe (II y III), el sinsentido de La dama boba, Miguel y William, la leyendanegrista y panfletaria Elizabeth: La edad de oro, La ronda de noche y Las hermanas Bolena, entre otras; y ayer mismo La Conjura de El Escorial. E incluso en el apartado de series encontramos la entretenida aunque fantasiosa en sus formas Los Tudor, cuya primera temporada ha sido recientemente emitida por Canal+ y su segunda se halla por llegar. No está nada mal para un par de años, sobre todo teniendo en cuenta los futuros proyectos de Solomon Kane (basada en el homónimo personaje de cómic) y Conquistador (sobre la vida de Hernán Cortés). Así que podríamos decir que, de alguna manera, el Siglo de Oro (o más propiamente los Siglos de Oro) está de moda.

Ladrones de Tinta, de Alfonso Mateo-Sagasta.Y no sólo en el cine, pues podríamos hablar de los recientes «primos» literarios que le han salido al capitán Alatriste, como el Isidoro Montemayor de las novelas Ladrones de Tinta y El gabinete de las maravillas, de Alfonso Mateo-Sagasta, el Pedro Capablanca de El manuscrito Calderón y El ritual de las doncellas, de José Calvo Poyato, o el Forcada de El secreto de la Reina Virgen – Forcada: un espía español al servicio de Felipe II, de Carlos Carnicer. Por no mencionar otros libros temáticos como el magnífico Tercios de España: La infantería legendaria, Una pica en Flandes: La epopeya del Camino Español, El Gran Capitán: Gonzalo Fernández de Córdoba, El ejército español en la Guerra de los 30 Años; o La aventura de los conquistadores, del reciente y desgraciadamente fallecido Juan Antonio Cebrián. U otras obras como Tierra Firme: La vida extraordinaria de Martín Ojo de Plata, de Matilde Asensi; el librojuego El oro y el acero, de Ricard Ibáñez; El Rey de las Almadrabas, de Carlos Algora Alba; El castellano de Flandes, de Enrique Martínez Ruíz; Centauros, de Alberto Vázquez-Figueroa; o incluso otras obras «menores», como El conquistador, de Federico Andahazi; o Los ídolos bárbaros, de Archange Morelli, entre otras.

En esta línea, haré un par de recomendaciones y algún comentario:

– Sobre La Conjura de El Escorial: Yendo a contracorriente de la crítica mayoritaria, voy a recomendaros esta interesante película. Entramadas conspiraciones cortesanas se entreveran con el devenir diario de las clases menos pudientes ofreciendo un refrescante lienzo salpicado de pinceladas y guiños sobre cómo se vivía en la época. Mejorable, por supuesto, pero entretenida y digna de verse. A destacar Juanjo Puigcorbé y su Felipe II y al -al menos para mí- desconocido Jürgen Prochnow en sus papel del veterano de Flandes y alguacil Espinosa.

Un imperio en cuyos dominios no se ponía el sol… ]

– Sobre El pícaro: Recientemente he podido disfrutar de esta serie realizada por TVE en 1974, y no puedo sino recomendarla a los amantes de la época que retrata y a aquellos que deseen conocerla un poco mejor, al menos en lo que al ámbito de la picaresca y del mal (o peor) vivir se refiere. Me ha sorprendido gratamente, pues a pesar de que se notan los años transcurridos desde su grabación, el guión -de carácter claramente teatral y basado en textos de la época- está muy bien hilado (en la mayoría de los capítulos) y la labor interpretativa de Fernando Fernán Gómez es sobresaliente, amén de la inesperada -y grata- sorpresa de encontrarte con grandes actores españoles (como Juan Diego o Luis Varela) con 34 años menos.

Fernando Fernán Gómez introduciendo genialmente la serie en el primer capítulo. ]

– Respecto a Águila Roja: A todas luces TVE busca sorprendernos este próximo otoño con una serie de época cuyo héroe es un tanto particular, pues se trata de una suerte de mixtura entre El Zorro y Batman, un justiciero diecisietesco con trazas de ninja que, katana en mano (¡Ah, el horror!) tratará de socorrer a los débiles. Como conocedor y practicante de la esgrima de la época, mi mente chirría ante tamaño despropósito (y no es que las katanas no existieran ya entonces, pues lo hacían desde el siglo X, y cabe dentro de lo posible que alguien que la manejara llegase desde el lejano Cipango hasta la Villa y Corte de las Españas); pero otra parte de mi ser razona que, quién sabe, igual la serie hasta se deja ver y colabore a seguir despertando y manteniendo el interés por la época y crear productos en ella ambientados, si Murphy quisiera. Así que cruzo los dedos por esta aventura, esperando no tener que rasgarnos las vestiduras y ofreciéndole el beneficio de la duda. Y también toco madera, que toda ayuda le va a resultar poca, a lo que parece.

[ Noticia y vídeo sobre la serie / Cortinilla publicitaria ]

 


[El bardo de la Ciudadela recomienda]
→ Y regresando, regresando… regresemos al Descubrimiento.

Tema: BSO «1492: La conquista del paraíso» – Vangelis – Columbus Theme.


Wall-E – 2008: Una odisea en el espacio

domingo, 10 agosto, 2008

Wall-E... ¿o Wally?

Pese a que el abajo firmante ama el cine, no es muy dado a escribir críticas fílmicas. Sí suelo realizar recomendaciones en plan informal, tal película mola, tal otra trata muy bien la Historia, cosas así. Así que el mero hecho de que me siente a escribir sobre una película suele ser señal suficiente de que me ha impresionado (y, a menudo, el mejor halago que puedo hacerle). Y éste, sin duda, es el caso de la última coproducción Disney-Pixar: Wall-E.

Es de esperar que, tras ver producciones como Buscando a Nemo, Los Increíbles, El gigante de hierro o la más reciente Ratatouille, la mayoría hayamos desechado el invalidado axioma de «Cine de animación = Película para niños». En este sentido, la tendencia viene mostrándonos desde un tiempo a esta parte que este tipo de cine puede ser disfrutado plenamente a «nivel adulto», a la par que a «nivel infantil», y nunca ha sido esto más cierto que en el caso de Wall-E.

La película saca a la palestra múltiples temas como la ecología, el espíritu (como aquello que hace humano a algo, no en su concepción religiosa), la alienación de la sociedad humana y hasta el capitalismo, pero de manera tan sutilmente natural que no desentona en absoluto sino que todo lo contrario, refuerza la esencia de ciencia-ficción del filme. Y es que la sucesión de paisajes de abrumadora -y a veces desoladora- belleza, las increíbles conversaciones (casi de cine mudo) a base de pitidos de la robótica pareja protagonista y el perfecto acompañamiento musical, harán que el espectador salga del cine con una extraña sensación de haber disfrutado de una obra maestra, de un «clásico instantáneo», y lo mantendrá reflexionando largo tiempo sobre lo que ha visto. O al menos así ocurrió en mi caso, y lo más importante, consiguió algo que hacía tiempo que no experimentaba con tal intensidad, una sensación con la que el cinéfilo cinéfago suele estar familiarizado, a menudo por lo poco habitual de la misma: La sensación de haber visto algo completamente original, auténtico. Con esencia propia.

Así que no puedo recomendaros lo suficiente que vayáis tan pronto como sea posible a disfrutar en la pantalla grande (ésta sí, es como hay que verla) de la historia que un pequeño dispositivo llamado Wall-E (acrónimo de «Waste Allocation Load Lifter – Earth Class») tiene que contaros. Una auténtica odisea en el espacio. 😉

De robots humanos y seres humanos deshumanizados.  ]

 


[El bardo de la Ciudadela recomienda]
→ Música para robots. 😉

Tema: BSO «Wall-E» – Wall-E.

 

P.D.1: Anteayer fue una fecha un tanto curiosa, por si no caísteis en la cuenta: 08/08/08.

P.D.2: Hace unas horas José Luis Abajo, alias «Pirri», ha conseguido para España la primera medalla en la disciplina olímpica de esgrima. Lo que es una buena noticia, sin duda; pero ya era hora, teniendo en cuenta que la esgrima tanto antigua (con espada ropera) como deportiva son invento español…


La vida sin nosotros

viernes, 25 abril, 2008

Megalópolis post-humana.Los que me conocéis sabéis que soy muy dado (sobre todo de un tiempo a esta parte) a las historias apocalípticas, aquellas en las que, por una u otra razón, la civilización y/o la especie humana acaba llegando a su fin. Y no es sino por esta razón que me gustan las -buenas- películas de zombis, las de -plausibles- Días del Juicio Final, los oscuros y pesimistas relatos de H.P. Lovecraft, obras como Soy Leyenda de Richard Matheson (que tuve la casi milagrosa suerte de descubrir y leer antes de que se supiera del rodaje de la homónima película con Will Smith) y elementos parecidos.

Robert Neville en compañá de su fiel y perruno compañero.El muy humano temor y curiosidad sobre la muerte colectivizado a nivel de especie o civilización: ¿Qué ocurrirá con el mundo cuando me haya ido? ¿Qué ocurrirá cuando NOS hayamos ido? A lo largo de la Historia han caído y surgido civilizaciones, pueblos y culturas constantemente, por lo que la pregunta parece, a priori, escasamente relevante. Pero hay una gran diferencia entre el mundo actual y el mundo anterior a mediados del siglo XX: Y es que anteriormente, dados los obstáculos en materia de transporte y tranmisión y divulgación de la información, y las menores interrelaciones entre civilizaciones, pueblos y naciones, era difícil hablar de LA civilización humana, sino de MUCHAS civilizaciones humanas. Sin embargo en el globalizado mundo de la Sociedad de la Información, donde una pequeña crisis en el mercado hipotecario de cualquier economía de tamaño medio puede tener importantes repercusiones en el resto del mundo, donde la información fluye, nos interconecta y nos hace dependientes unos de otros, en este moderno mundo de progreso y constante evolución… se halla nuestra mayor debilidad.

Las maravillas de la ingenierá moderna resistirán el paso del tiempo como las Maravillas del Mundo Antiguo.Resulta paradójico que en pleno cénit tecnológico, social y humano de nuestra especie, en nuestro momento de mayor esplendor, nos hallemos en nuestro momento más vulnerable. Terribles epidemias como la Peste medieval que hicieron estragos en un mundo agrandado y aislado por los precarios medios de transporte arrasarían transformadas en apocalípticas pandemias en el actual contexto de nuestro enpequeñecido e interconectado planeta, a pesar de nuestra superior ciencia biomédica. Crisis energéticas, superpoblación, la Teoría del Miedo, la proliferación nuclear, la inexorable contaminación de nuestro Medio Ambiente, el riesgo de una Tercera (y definitiva, probablemente) Guerra Nuclear Mundial… Soy de los que piensan que, de una u otra manera, no nos queda mucho como especie; no al menos siguiendo el estilo de vida que conocemos y amamos (porque no nos engañemos, qué cómodo es vivir en la absoluta ignorancia de estas macrocuestiones).

Y pese a lo pesimista que pueda parecer la idea, no dejo de considerarlo un concepto fascinante, una mixtura de curiosidad malsana, lejana preocupación, auto-convencimiento del merecidísimo castigo y, supongo, algo de morbo. Todo muy propio de la naturaleza humana, por otra parte.

El mundo sin nosotros, de Alan Weisman.

Y en esta línea he de recomendaros (pese a los típicos anglocentrismos de este tipo de producciones) el magnífico documental La vida sin nosotros que recientemente ha emitido Canal de Historia, y que a buen seguro sabréis encontrar en alguna fuente, tan habituales en nuestra Sociedad de la Información. Documental que a su vez está basado en el libro El mundo sin nosotros, de Alan Weisman, que tras una prolongada investigación y consulta a múltiples expertos de otras tantas disciplinas ha dibujado un muy aproximado escenario de lo que sería de muchos de los elementos de nuestra civilización humana si de repente, chac, con un chasquear de dedos, todo ser humano desapareciera de la faz de la Tierra. Y es que no se trata de la historia de nuestra caída, no, sino de qué ocurriría con el mundo que dejamos atrás, qué testigos dejaríamos a una especie inteligente que nos sucediera.

¡CATACROC!Absolutamente recomendable para todos aquellos que alguna vez se han planteado qué hubiera pasado si por una vez el héroe (estadounidense, por supuesto) no hubiera llegado a tiempo para desviar al asteroide de su ruta de colisión con el Planeta Azul. O de desconectar la bomba. O de destruir el malvado Dispositivo del Juicio Final. O de detener el lanzamiento del misil nuclear. O de patear el culo de cada puñetero invasor extraterrestre. Esto es, qué hubiera pasado en la vida real. Os dejo con el trailer.

Welcome to Earth. Population = 0 ]


El Pacto del Estrecho de Bering

domingo, 30 marzo, 2008

¡¡Al ataqueeeee!!

Así, por el nombre, cualquiera diría que se trata de una de mis entradas históricas; pues va a ser que no, que diría aquel. Pero hago propósito de enmienda a ese respecto, y en breve volverán las «Historias de la Historia» que me he visto obligado a dejar de lado últimamente. En este caso estamos hablando de cine o, más concretamente, de un corto.

El Pacto del Estrecho de Bering es una ocurrencia de un grupo de amigos, y me parece que es un simpático tributo al sempiterno Risk, ídolo de varias generaciones, generador de disputas, traiciones, cabreos y muy buenos ratos de juego de mesa; además de ser para muchos el umbral hacia «el otro lado» de los juegos de mesa -para los que sabemos que hay juego más allá de la Oca, el Parchís, el Party o el Trivial-.

Asimismo también rinde homenaje a todo lo friki, con constantes referencias y frases tomadas de películas, libros, juegos y otras referencias culturales (os desafío a localizarlas y comentar su fuente, hecho por el cual ganaréis «frikipuntos«). Se lo dedico a todos aquellos frikis (y me refiero a los sanotes, que habemos hay frikis y frikis) incomprendidos por sus colegas en su pasión; así como a todos aquellos colegas de un friki, por todo lo que tienen que aguantar -por compañerismo- en ocasiones. Disfrutadlo 😉 .

«El Pacto del Estrecho de Bering», Parte 1/2. ] 

«El Pacto del Estrecho de Bering», Parte 2/2. ]