Frases para recordar (X): El orgullo de la Humanidad

lunes, 10 May, 2010

«Nadie habría creído en los últimos años del siglo XIX que las cosas humanas fueran escudriñadas aguda y atentamente por inteligencias superiores a la del hombre, y mortales, sin embargo, como la de éste; que mientras los hombres se afanaban en sus asuntos fuesen examinados y estudiados casi tan de cerca como pueden serlo en el microscopio las transitorias criaturas que pululan y se multiplican en una gota de agua. Con infinita suficiencia iban y venían los hombres por el mundo, ocupándose en sus asuntillos, serenos en la seguridad de su imperio sobre la materia […] Sin embargo, a través de los abismos del espacio, […]; inteligencias vastas, frías e implacables contemplaban esta Tierra con ojos envidiosos y trazaban con lentitud y seguridad sus planes de conquista».

H.G. Wells. La guerra de los mundos.


La vida sin nosotros

viernes, 25 abril, 2008

Megalópolis post-humana.Los que me conocéis sabéis que soy muy dado (sobre todo de un tiempo a esta parte) a las historias apocalípticas, aquellas en las que, por una u otra razón, la civilización y/o la especie humana acaba llegando a su fin. Y no es sino por esta razón que me gustan las -buenas- películas de zombis, las de -plausibles- Días del Juicio Final, los oscuros y pesimistas relatos de H.P. Lovecraft, obras como Soy Leyenda de Richard Matheson (que tuve la casi milagrosa suerte de descubrir y leer antes de que se supiera del rodaje de la homónima película con Will Smith) y elementos parecidos.

Robert Neville en compañá de su fiel y perruno compañero.El muy humano temor y curiosidad sobre la muerte colectivizado a nivel de especie o civilización: ¿Qué ocurrirá con el mundo cuando me haya ido? ¿Qué ocurrirá cuando NOS hayamos ido? A lo largo de la Historia han caído y surgido civilizaciones, pueblos y culturas constantemente, por lo que la pregunta parece, a priori, escasamente relevante. Pero hay una gran diferencia entre el mundo actual y el mundo anterior a mediados del siglo XX: Y es que anteriormente, dados los obstáculos en materia de transporte y tranmisión y divulgación de la información, y las menores interrelaciones entre civilizaciones, pueblos y naciones, era difícil hablar de LA civilización humana, sino de MUCHAS civilizaciones humanas. Sin embargo en el globalizado mundo de la Sociedad de la Información, donde una pequeña crisis en el mercado hipotecario de cualquier economía de tamaño medio puede tener importantes repercusiones en el resto del mundo, donde la información fluye, nos interconecta y nos hace dependientes unos de otros, en este moderno mundo de progreso y constante evolución… se halla nuestra mayor debilidad.

Las maravillas de la ingenierá moderna resistirán el paso del tiempo como las Maravillas del Mundo Antiguo.Resulta paradójico que en pleno cénit tecnológico, social y humano de nuestra especie, en nuestro momento de mayor esplendor, nos hallemos en nuestro momento más vulnerable. Terribles epidemias como la Peste medieval que hicieron estragos en un mundo agrandado y aislado por los precarios medios de transporte arrasarían transformadas en apocalípticas pandemias en el actual contexto de nuestro enpequeñecido e interconectado planeta, a pesar de nuestra superior ciencia biomédica. Crisis energéticas, superpoblación, la Teoría del Miedo, la proliferación nuclear, la inexorable contaminación de nuestro Medio Ambiente, el riesgo de una Tercera (y definitiva, probablemente) Guerra Nuclear Mundial… Soy de los que piensan que, de una u otra manera, no nos queda mucho como especie; no al menos siguiendo el estilo de vida que conocemos y amamos (porque no nos engañemos, qué cómodo es vivir en la absoluta ignorancia de estas macrocuestiones).

Y pese a lo pesimista que pueda parecer la idea, no dejo de considerarlo un concepto fascinante, una mixtura de curiosidad malsana, lejana preocupación, auto-convencimiento del merecidísimo castigo y, supongo, algo de morbo. Todo muy propio de la naturaleza humana, por otra parte.

El mundo sin nosotros, de Alan Weisman.

Y en esta línea he de recomendaros (pese a los típicos anglocentrismos de este tipo de producciones) el magnífico documental La vida sin nosotros que recientemente ha emitido Canal de Historia, y que a buen seguro sabréis encontrar en alguna fuente, tan habituales en nuestra Sociedad de la Información. Documental que a su vez está basado en el libro El mundo sin nosotros, de Alan Weisman, que tras una prolongada investigación y consulta a múltiples expertos de otras tantas disciplinas ha dibujado un muy aproximado escenario de lo que sería de muchos de los elementos de nuestra civilización humana si de repente, chac, con un chasquear de dedos, todo ser humano desapareciera de la faz de la Tierra. Y es que no se trata de la historia de nuestra caída, no, sino de qué ocurriría con el mundo que dejamos atrás, qué testigos dejaríamos a una especie inteligente que nos sucediera.

¡CATACROC!Absolutamente recomendable para todos aquellos que alguna vez se han planteado qué hubiera pasado si por una vez el héroe (estadounidense, por supuesto) no hubiera llegado a tiempo para desviar al asteroide de su ruta de colisión con el Planeta Azul. O de desconectar la bomba. O de destruir el malvado Dispositivo del Juicio Final. O de detener el lanzamiento del misil nuclear. O de patear el culo de cada puñetero invasor extraterrestre. Esto es, qué hubiera pasado en la vida real. Os dejo con el trailer.

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